Ellos son cinco. Lhakpa Dorjee hace las funciones de shirdar -jefe y organizador- y también de porteador de altura. Los otros son Ram Shendra, Pasang Tsheri, Dawa Norbu y Lopsang Temba, junto a los que trabajan para otras expediciones, hacen posible abrir el paso que lleva hacia la cima del Everest.
Ya en las primeras exploraciones que tuvieron lugar en las regiones nepalís del Everest los nativos del valle de Khumbu sirvieron al mismo tiempo de porteadores y también de guías para los geógrafos primero, para los alpinistas a continuación.
Su hábito a las duras condiciones del terreno, su facilidad de aclimatación y también su capacidad para transportar pesadas cargas les hicieron enseguida imprescindibles para el progreso de las expediciones. Aquella tradición ha continuado con el paso de los años y en todo caso se ha afianzado. Hasta hace una década los sherpas que acompañaban a los alpinistas hacia las cimas carecían de formación técnica e incluso de equipos y únicamente contaban con su capacidad física, voluntad y aclimatación. En la actualidad los porteadores de altura -habitualmente denominados sherpas, tomando como genérico el origen de su etnia- son verdaderos alpinistas, formados técnicamente y conociendo bien las tácticas de ascensión a las grandes montañas. Lo único que les diferencia de los expedicionarios que los contratan es su distinta motivación hacia las cumbres. Para ellos la montaña no es más que un medio de trabajo en el que en ocasiones tienen un buen aliciente para mejorar su currículum ascendiendo alguna cima de interés.
Hoy en día es prácticamente imposible plantearse un intento al Everest sin recurrir a la ayuda de los porteadores de altura, especialmente si se ha de utilizar la ruta que cruza la cascada de hielo. Ellos son quienes disponen de los medios, antes traídos directamente por las expediciones a cambio de un gran costo económico, y ellos conocen como nadie la táctica para abrir los caminos del Everest.
Antes de que las expediciones alcancen el campo base por el valle de Khumbu, la cascada de hielo ya tiene trazada su ruta. En esta ocasión Gyalzen y Ang Dalu, dos hombres de la agencia Asian Trekking, se han venido ocupando desde el final de agosto de instalar escalas sobre las grietas, de anclar cuerdas fijas para la seguridad en el trayecto, ascensos y descensos verticales, y de reinstalar todos estos elementos cada vez que una grieta se agranda o cuando se abre una nueva en la cascada de hielo.
Cada expedicionario ha pagado este otoño 350 dólares a la agencia para tener derecho al uso de esta instalación. A nadie se le ocurriría intentar atravesar la temible cascada de hielo buscándose su propio camino entre los seracs.
Más allá de la cascada cada expedición se autoabastece, aunque es normal reunir esfuerzos para completar la instalación hacia la pared del Lhotse. Los sherpas de la expedición vizcaina han trabajado con los de la francesa para instalar escalas y cuerdas fijas entre los campos 1 y 2. Más allá, hasta el campo 3, han colaborado sherpas de las expediciones japonesa y coreana al Lhotse. Los dos italianos y los montañeros navarros que intentan también el Lhotse compartiendo un mismo permiso, no tienen porteadores a su servicio pero utilizarán igualmente las instalaciones pagadas por las demás expediciones. Se plantea incluso pedirles un peaje de solidaridad para compartir el esfuerzo económico que supone equipar la ruta.
Cada porteador de altura tiene un sueldo que cobra directamente de su agencia. A la expedición vizcaina al Everest cada sherpa le ha costado dos mil dólares. Además cada uno de ellos recibe una cantidad económica -los bonus- a modo de prima por cada porteo. Son 250 rupias -750 pesetas- por cada porteo del campo base al uno y del uno al dos. Del campo base al dos reciben 500 rupias, 1.000 del dos al tres y 1.500 si llegan desde el tres al collado sur. El precio por acompañar a un alpinista a la cumbre no es fijo y debe acordarse entre el sherpa y el cliente y dependerá de las condiciones de la escalada y del interés que el sherpa tenga por alcanzar la cima y también de su propio currículum.
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