El río debe cruzarse sobre balanceantes puentes colgantes en los que a menudo titubean los yaks de las caravanas de transporte.Si alguien se cruza en el camino hay que pronunciar un saludo. ¡Namasté! es el saludo sherpa. Manos unidas y elevadas hacia el rostro, una leve inclinación del cuerpo y una sonrisa inmensa acompañan casi siempre a un Namasté pausado, estirado en una tierna vocalización. Lo pronuncian los adultos, los niños que acuden al encuentro del viajero, las mujeres que escarban la tierra en busca de su pequeña recolección de patatas. Los pequeños llevan casi siempre sus mocos colgando, visten ropas viejas, desmesuradamente usadas, también los adultos. Ellas cubren siempre su cabeza con un pañuelo de vivo color; aros de oro en las orejas, muchas también dejan colgar sus adornos de esmeraldas de la nariz, otras, las pudientes, lucen collares de piedras; todas visten largas túnicas de tejido grueso que cruzan sobre el pecho en un cierre peculiar. Ellos portean casi siempre, construyen casas, hacen trabajos especializados. Su cuchillo gurka les acompaña allí donde van; es su herramienta, también su objeto de adorno. Ellas se ocupan del trabajo del campo, de la recolección, también de los hijos.
Tamangs y Sherpas
En todo el Nepal se encuentran más de 20 etnias principales que son resultado de un muy largo proceso de mestizaje entre las razas mongoloides del norte, los aborígenes negroides y protoaustralianos y los caucasoides que en el II milenio antes de Cristo cruzaron Irán irrumpiendo sobre la India. La cadena montañosa del Himalaya no ha sido nunca una barrera impermeable a las culturas. De hecho los pueblos de origen tibetano, mongoloides, profesando un budismo de orientación lamaísta ocupan en la actualidad los valles más elevados de la vertiente sur de la cordillera.
Las condiciones de vida rigurosas de la montaña y la dificultad para sobrevivir exclusivamente de sus recursos ha obligado desde siempre a estos habitantes de las montañas a dedicarse al comercio. Los sherpas por ejemplo transportaban desde antiguo sal y lana tibetanas al Nepal y hierro al Tibet. En el valle de Khumbu habitan principalmente Tamangs y Sherpas.
Los porteadores que acompañan generalmente a las expediciones al Himalaya pertenecen a la etnia más numerosa de Nepal, los Tamang, con una población de más de medio millón de personas. Son mongoloides que hablan una lengua tibetano-birmana y su dedicación fundamental es la agricultura y la ganadería. Su religión es principalmente budista aunque en sus cultos se entremezclan también algunos elementos indues.
El universo de los Tamang está repleto de seres mitológicos e imágenes religiosas: Budas, divinidades, espíritus malignos, brujas, etc. Para comprender su mundo religioso hay que hablar en términos de orden y desorden. Los budas y las divinidades tienen en su mundo la función de ordenar el espacio y hacerlo habitable.
En las alturas más elevadas, entre 3.000 y 5.000 metros, viven algunas de las etnias más famosas del Himalaya: los lopas en el Mustang, los bhotias y los sherpas.
Sherpa significa "gente del este" (shar: este, pa: gente). Esta etnia que hoy habita el alto valle de Khumbu, escenario de la aproximación al Everest, llegó desde el Tibet hace unos 400 años para instalarse en los elevados y fríos valles al sur del Everest. Son mongoloides ligados a la secta nyngmapa del budismo tibetano. Aunque es frecuente que los alpinistas se refieran a los porteadores de altura con el término "Sherpa", esta forma de hablar es impropia y debe utilizarse para referirse a una etnia y no a una profesión.
Entre los sherpas se pueden distinguir dos grupos ordenados en 18 o 21 clanes exogámicos: los que habitan el área de Sola, y los que se encuentran en las áreas más elevadas del valle de Khumbu.
Antes de que llegaran los primeros alpinistas al Himalaya estos sherpas ya se dedicaban al comercio de forma independiente y además organizaban, protegían y guiaban e incluso trabajaban como porteadores en las caravanas de otros mercaderes.
Ahora una buena parte del pueblo sherpa ha modificado su modo de vida para servir al viajero y a los alpinistas que se adentran en su región. Una parte importante de su hábitat ha sido declarado Parque Nacional y recibe las miradas de todo el mundo para su conservación. Mientras tanto sus constumbres se occidentalizan, su materialismo crece, aunque en cada rincón del camino del Everest siempre se oye un Namasté!.
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