Campamento helado
La tienda comedor es el centro vital de la expedición en el campo base. Es una gran tienda de campaña en cuyo centro se alarga una inestable mesa metálica cubierta por un mantelillo a dibujos negros y rojos. En una esquina del tiendón otra mesa destartalada soporta la oficina móvil, la emisora de comunicación con los campamentos, los sistemas de cargas de baterías, ordenador y teléfono satélite, etc.
Aquí escribimos nuestros diarios, secamos la ropa mojada, organizamos las cargas para ascender la montaña, y por supuesto organizamos largas tertulias con los franceses, con los navarros o con todo aquel que se precie compartir nuestro habitáculo. A la hora del desayuno, a la temprana hora de la comida que llega a mediodía, en la sesión del te a las cuatro de la tarde o tras la cena que llega cuando en el Glaciar de Khumbu el sol se marcha dejando un mundo de frío a las cinco y media de la tarde.
Ocho tiendas azules se reparten a su alrededor buscando pequeñas plataformas sobre el hielo y las piedras.
El grupo del Lhotse en el campo base (Foto S.Yaniz)
Juanrra Madariaga comparte habitáculo con Fernando Rubio, Guillermo Bañales con Javier Mugarra. El resto tuvimos suerte en el sorteo y disponemos de tienda individual. La primera tarea de cada día es despejar la nieve que cubre las tiendas, un paleo que ayuda a despejar el cuerpo a las seis de la mañana. Después, cada uno ocupa el tiempo en sus cosas. Si toca ascender hacia arriba la madrugada acompaña a los alpinistas. El resto aprovecha el calor de la hora de mayor insolación para hacer una escasa colada, tomar una ducha al aire frío que desciende desde el Pumori o sestear un rato escribiendo las propias intimidades cuando no hay que explorar el glaciar en busca de basuras. El doctor pasa largos ratos tomando muestras de la radiación solar, transmitiendo sus tests, etc.
El campo base es un caos de colinas de piedras apoyadas en el hielo vítreo. Sobre él los bloques se mueven continuamente, corren regatos sobre el hielo y en el derredor las nieves del Lhotse, el Pumori o el Lingtren reberberan una intensa luz.
Cada día el campo base del Everest tiene vida propia, brillante y helada.
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